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jueves, octubre 15, 2009

Escuela media 2




Comentaba ayer acerca del cambio de sociedad que estamos viviendo en esta primera década del siglo. Me detenía en los valores de los jóvenes que han nacido con el final del siglo (más allá de cuestiones cronológicas el siglo XX termina en 1990 así como empieza en 1914) y trataba de encontrar un camino para pensar una escuela media que esté acorde con los tiempos en que vivimos.


Todas las sociedades han tenido ritos de pasaje que marcan etapas vitales, la nuestra también, y el lugar por excelencia de ese rito es la Secundaria.



Es un ámbito para los adolescentes, el lugar donde construyen su propia identidad, donde incorporan muchos de los valores que guiarán el resto de su vida, el sitio privilegiado para los amores, los odios, los proyectos del futuro...

Entre los trece y los dieciocho años, quizás hasta los veinte, la Secundaria es, o debería ser, el punto de referencia central para los chicos.
La tarea de esta escuela comprende la socialización integral de sus alumnos; es decir que tiene que brindar elementos que les permitan construir una identidad propia, democrática y crítica, ciudadana en una palabra, en relación con sus compañeros y su entorno social. Elementos centrales de esta misión son el currículo y las normativas.


El primero tendría como orientación básica la apertura, las posibilidades amplias, la provisión de elementos múltiples que le permitan al alumno responder rápidamente a un mundo cambiante; no se trata de enciclopedismo a la vieja usanza, pero sí del aprovechamiento de nuestra herencia cultural que, en los tiempos que corren, tiende a ser la de la Humanidad.



No basta, sin embargo, con un currículo amplio, deberá complementarse con orientaciones específicas que introduzcan al alumno en el mundo del trabajo (no del empleo) en un sentido creativo e integrador.

Pienso en escuelas donde se dicten materias de carácter cultural (Historia y Geografía, por ejemplo) junto a saberes básicos (Lengua, orientada hacia y desde la Literatura y Matemática) a la vez que exista un activo departamento de Tecnología, con una importante carga horaria, donde se enseñe a trabajar en diversas áreas de la producción (carpintería, herrería, electrónica...) que serían rotativas durante los tres primeros años con una orientación específica en los dos o tres últimos. Según las necesidades de la población estas áreas "prácticas" incrementarían su presencia en la escuela (un poco como las viejas escuelas de Artes y Oficios) sin dejar nunca de lado la formación "humanística" y "básica" pero determinando el "estilo" de la institución.

No debe dejarse de lado en toda escuela la posibilidad de que se convierta en un punto de encuentro y de referencia para los adolescentes. Talleres de artes, de teatro, de escritura, de robótica, de idiomas... son componentes importantísimos, que no deberían faltar en ninguna institución educativa. Sin olvidar la educación física, sobre la cual habría mucho que decir...


Estas escuelas deberían ser reducidas en tamaño, con una población escolar que no supere los quinientos, seiscientos a lo sumo, estudiantes y con cursos voluntariamente reducidos, quince o veinte alumnos para cada uno. Por supuesto que para esto es necesario crear muchas más escuelas secundarias de las que existen y, sobre todo, que sean exclusivamente destinadas a ese nivel de enseñanza.

Los docentes, a los que imagino vinculados fuertemente a la institución, se organizarían en departamentos específicos; Humanidades, Formación Básica, Tecnología, etc. y planificarán en conjunto los objetivos y contenidos del año; con un fuerte, muy fuerte, seguimiento por parte de la dirección.

En este modelo de escuela sería fundamental el papel del Preceptor y del Profesor Tutor porque en ellos recae la responsabilidad de llevar a los hechos la Normativa que permite el funcionamiento de la institución y se concreción como comunidad educativa...

Pero de eso hablaremos en otra entrada...

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