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domingo, diciembre 07, 2008

Escribir... nada más


Se quejaba Friedrich (Nietzsche, claro) de los lectores y los escritores.
Odiaba, así escribía, a quienes leían (leemos) sólo para pasar el rato y exclamaba: ¡Un siglo más de lectores y hasta el espíritu comenzará a oler mal!.
No nos iba menos mal a los que borroneamos hojas (y pantallas): El que todo el mundo tenga la oportunidad de aprender a leer, a la larga echa a perder no sólo al que escribe, sino también al que piensa. Sospecho que no le gustaría nada Internet al bueno de Friedrich...

Podríamos dejarlo de lado pensando que era un, como dice Sabri, "cosquito" o insultarlo con clasificaciones al uso (precursor de los nazis, lo que es injusto, repetidor de viejos mitos, como insunuó Jorge Luis con bastante acierto pero poca profundidad... o alguna otra definición de manual). Prefiero respetarlo, cuestionarlo y hacer de él un amigo que me señale, como flecha, el camino hacia mi más honda esperanza.

Es que hay muchas palabras escritos y cuando paso por una librería, digamos el Ateneo (por hacer publicidad gratis) me descorazono ante tanto texto que desborda en los estantes. Es que uno se pregunta para qué escribir si todo, o casi, parece haber sido dicho. La biblioteca de Babel y el Libro de Arena están aquí, entre nosotros.

Escribir es mi vida.

Escribir es una pasión compulsiva y torturante que me llena, paradoja, de placer y me exaspera hasta el dolor.

Escribir es eso que me propongo hacer todo el tiempo y aquello que postergo siempre porque hay otras cosas, ¿más importantes? que hacer (un resumen para Ella, una tarea para los chicos, una canción que me pidió bajar Belén, una partida de Age of Empires con Daniel...) porque cuesta encontrar la palabra justa, porque hay mucho ruido en torno, porque, en definitiva, ¿a quién le interesa?.

Mejor buscar una tonta presentación en Power Point, chistosa sin gracia, melosa sin substancia, y enviársela a mi compañera que me dice:"Blog actualizado, siempre blog actualizado, ¿por qué no me mandás el cuento de la mujer inteligente que...?"

Escribir es mi compromiso para hacer efectivo ese transire benefaciendo que, dicen, es el propósito de toda vida respetable.
Escribir es participar de la creación del mundo, es hacer operante aquello que tenemos de más humano; el lenguaje.
Es un sacramento para aquellos que no creemos en los de la Santa Iglesia. Es un sacrificio cultual y un ritual extático.
Quien no escribe, y no se compromete con las letras, quizás se sonría (puede que no le falte razón) y menee la cabeza, diciendo, como Festo: Insanis, Gustave; multae te litterae ad insaniam convertunt!...

En esta cultura que nos acostumbra al éxito inmediato, que nos fascina con las fortunas súbitas, que nos incita a la ambición, al robo, a la salida más fácil.

En esta cultura global hecha de sonidos y luces, magnífica, maravillosa y opulenta a su modo desaforado e injusto.

En esta cultura sin letras, o con letras banales, del copiar y pegar, del googleo, de la vertiginosidad.

En este arrabal del mundo del 2008, escribir es tanto una locura como una apuesta por lo inútil, un desafío a superar el destino de la papelera de reciclaje, una lucha desigual contra el Latin American Idol que resuena en mis espaldas, un berretín y una pérdida de tiempo.

Escribo, sin embargo, y me sumerjo en las letras.

Intento una vez más, sin importar las caídas, ni las condescendencias, ni los comentarios sarcásticos, ni el sol que brilla en el jardín...

Escribo y sigo intentando.

¿Por qué?

Porque es todo cuanto sé, más o menos, hacer.

Y vos ¿me seguís leyendo?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

si, aunque no lo creas te sigo leyendo y mas si escribis así , más fácil y no tan rebuscado jajja
Gra

Sibila dijo...

Aquí seguimos... algunas cosas cambian mucho y otras poco, el tiempo pasa, el mundo gira, y al final uno siempre vuelve a los mismos lugares.
Ánimo, siempre vale la pena leer lo que escribes.

Un saludo,
Sibila.