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miércoles, abril 18, 2007

EL CABALLO DEL CALIFA

Cuentan hombres dignos de fe, pero Allah sabe más y no miente que hubo un califa de la santa ciudad de Bagdad, la paz sea con sus moradores, llamado Al-Mamun.
Este soberano, de la estirpe de los Abbasíes, poseía un hermoso caballo. Tan hermoso, que el jefe de una tribu del desierto, Omah, quiso poseer al animal.


- Me gusta tu caballo, oh benemérito Al-Mamun, rey y sustancia del siglo. Véndemelo, regálamelo.

- No, hermano, por Dios, bendito sea, que no quiero venderlo. No voy a regalarlo. Es como un hijo para mí.

- Te daré, oh señor del tiempo, una caravana de camellos y diez camellas preñadas a cambio del caballo. Me gusta, lo quiero para mí.

- Lamento entristecerte, venerado jeque, pero el animal no tiene precio. No lo daré, ni lo venderé, ni por alianza, ni por amistad…



Y sucedió que el envidioso Omah planeó una treta contra el Califa Al-Mamun. Sabiendo que éste solía pasear con su caballo por la ruta que sale de Bagdad hacia el oriente, Omah se disfrazó de mendigo y se tendió junto al camino.

- ¡Piedad para este pobre mendigo!... ¡Piedad!

- ¿Qué te pasa, amigo? ¿Quién eres? ¿Te han asaltado los ladrones?

- ¡Estoy muy enfermo!... ¡Y nadie se compadece de mí!

- ¡Ven, sube!... Te llevaré a donde te puedan curar...

- Oh, benemérito hermano, estoy tan débil que ni eso puedo... Llevo días aquí postrado y, por Dios, ensalzado sea, no tengo fuerzas ni para levantarme y subir a tu caballo...


El Califa bajó, se acercó al falso mendigo, lo alzó del suelo con cuidado y lo montó en su caballo.


Y cuando iba a montar él en la grupa…Omah se alejó gritando:



- ¡Caíste en la trampa, oh tonto soberano, lugarteniente del Profeta, bendito sea!... ¿No me reconoces?... Soy Omah, a quien no quisiste vender el caballo... ¡Adiós!

- ¡Espera!... ¡Detente!

- ¿Qué quieres ahora?

- Está bien, astuto Omah, beduino experto en engaños, me has robado el caballo... Ahora sólo me queda un pequeño favor que pedirte.

- ¿Qué quieres? ¿De qué se trata?

- Por Dios, bendito sea, una cosa te pido que no podrás negarme. No cuentes a nadie cómo te hiciste con el caballo. ¿Lo prometes?

- ¿Para que no se rían de ti?

- No, no me cuido de las risas de las gentes. Es por otra cosa, oh jeque, orgullo de los beduinos.
Es porque, quizás, algún día, haya un hombre realmente enfermo tendido junto al camino. Si la gente se entera de tu engaño, pasarán de largo y no le prestarán ayuda.


Sólo Allah Es El Clemente, El Misericordioso Y El Que No Engaña

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