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domingo, octubre 29, 2006

Naumaquias ¿Cómo eran?


Te la imaginás????

Es el Lago (Laguito) del Parque Independencia (Rosario, Argentina) y el barco una Hemiolia (un navío helenístico)


Señalaba, en una entrada anterior que dos anfiteatros “de provincia” como el de Verona y el de Mérida pueden darnos una mejor idea de cómo funcionaban las Naumaquias.
Verona
El foso central del anfiteatro veronés es bastante más profundo que los habituales, evidentemente servía como estanque para almacenar las aguas. Éstas eran vertidas, con toda seguridad, por dos conductos centrales, orientados al Oeste y al Este.
El canal que corre por debajo de las galerías occidentales no se conectaba al sistema de drenaje del circo, sino que lo hacía con un acueducto; su fin era llenar la hoya. El conducto oriental es más profundo y vertía las aguas en el río Adigio.
Mërida

La hoya o pileta del anfiteatro de Mérida no tiene más de un metro y medio de profundidad, es decir es mucho menos profunda que la de Verona. Esta característica hace que sea imposible de confundir con los recintos de servicios básicos del circo. Cubierta con cemento del mismo tipo del usado en las piscinas de los baños romanos y provista de escalones, la hoya también contaba con dos conductos, uno de los cuales (el del oeste en concreto) se conectaba al Acueducto conocido actualmente como de San Lázaro.
Ahora podemos visualizar mejor el funcionamiento de las Naumaquias.
No pensemos en grandes espacios (Mérida sólo mide 18 metros y medio por poco menos de cuatro), ni tampoco en enormes volúmenes de agua; sólo la cantidad necesaria para poner a flote unos botes de escaso calado. Aún en el Coliseo, cincuenta veces mayor, la profundidad del agua no superaba la altura de un hombre; lo cual explica lo fácil de su llenado y evacuación. Una inteligente disposición de conductos, vinculados a los acueductos o a los ríos cercanos, permitían que el proceso fuese sencillo, rápido y efectivo.

En síntesis, la Naumaquia clásica era un recinto excavado para tal fin o un circo acondicionado con recubrimiento impermeable que podía ser cubierto, entonces, de agua en cantidad suficiente como para que unos navíos, más cerca de botes que de barcos, flotasen y realizasen un simulacro de combate naval.

En Rosario, por ejemplo, tenemos un lago artificial de unos 100 metros de ancho por casi 200 de largo; se ubica en el Parque Independencia y suele ser recorrido por botes (de pedal y remos) y un par de lanchas de motor. Su profundidad (lo he recorrido en seco) no supera el metro con setenta centímetros. Pues bien, algo así debían ser las Naumaquias de la antigua Roma; y si estás por mi ciudad, u otra que disponga de estos espacios (en los lagos de Palermo, Buenos Aires, o hasta en el Tajamar de Alta Gracia) y pasás por el lago; podés, con un poco de imaginación, poblar las orillas de hombres y mujeres gritando en latín, figurarte el olor de los puestos de pescado y salchichas mezclarse con el de los sacrificios y la sangre, ver un barquichuelo de apenas unos tres metros de eslora y setenta centímetros de manga venir hacia vos con una decena de tipos vestidos de metal y cuero sin curtir, armados y gesticulando bastante horriblemente y sentir que estás en una de aquellas antiguas naumaquias.

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