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viernes, mayo 12, 2006

Impresiones de un paseo por Santa Fe 3 y última


Con cierto (pero después del concierto) trabajo me interno en el dédalo de sillas, como si de una obra de Ionesco se tratase. O quizás de Pirandello: "doscientas escuelas en busca de un/una director/a".
Observo entonces que existe un espacio vacío en el centro geográfico del salon; entre tantos asientos ocupados por sendos y orondos traseros docentes, un hueco, una nada, ¡un agujero negro!. Claro que no, simplemente se trataba de una concavidad cuadrangular (un rectángulo para ser exactos) en cuyo interior rastros de agua delataban la presencia, en mejores días, de una fuente o un estanque... sólo que en el medio de una sala techada (y el techo no era corredizo) destinada a auditorio. Mis especulaciones al respecto, que fuese para uso de seres anfibios, un recordatorio de las pasadas inundaciones, los restos de una alberca de los tiempos coloniales, o simplemente un notable error de diseño, se vieron interrumpido por la voz, estentóreamente multiplicada por un parlante, de la señora (o tal vez docente) que conducía la ceremonia.
Al mejor estilo de Meryl Streep anunciando: "... and the winner is..." proclamaba: "número quiticientos diecicuatro, Elba Gallo ha tomado el cargo de directora, en función vicedirectiva en la escuela número mil veintidiéz de Paraje Las Caídas del Catre, departamento Risorio" (es un decr, claro, no existen esos lugares aunque...)
De inmediato, si había alguna hinchada, la señora Elba Gallo era aclamada (bien porque lograba un objetivo, bien porque se iba de la escuela donde hacía veintiseís años que la bancaban) o, de lo contrario, solita su alma, firmaba los papeles, recibía un cordial, y probablemente poco sincero abrazo de la dirigencia de Amsafe, y regresaba a su asiento.
Así las cosas veía aproximarse mi número, ya estaba como a seiscientos kilómetros, y nadie se animaba pedir los tres cargos vacantes de mi querida, si bien incomprendida, escuela 632. Detrás mío una maestra (es un decir) que conozco de las reuniones gremiales exclamaba: "sto es una burla, tendríamos que haber rechazado esta farsa, ya va a ver el Ministerio cuando nos tenga adentro. Yo ya tengo gana de hacer quilombo" (totalmente auténtico y textual, amables lectores), mientras se acercaba al estrado porque le faltaban pocos números para ser llamada. Por mi parte, saliendo de su campo de mala onda (es de esa gente que es de izquierda no por convicción racional sino porque se quejan de todo), olvidaba por un momento mi ateísmo para invocar a Yavé, Ahura Mazda, Alá,Visnhú, Shiva, Buda, Lao Tsé, Quetzalcoátl, Viracocha, la Pachamama, Iluvátar anche la Virgencita desatanudos para que no tomase un cargo en la Puig, mi escuela. Fuese porque los dioses quisiesen devolverme a su redil, fuese porque el espejo roto por José María Puig en 1948 ya esté perdiendo su maldición, el caso es que nos salvamos de tan bizarra vicedirectora. Alabado sea Marduk!
Al llegar al número trescientos y pico alguien, viendo que sólo quedaban seis escuelas en Rosario, se animó y aceptó el desafío (casi imposible) de sustituir a nuestras actuales vicedirectoras interinas. Anoté sus nombres y los envié por celular a mis compañeras junto con algunos datos pertinentes como la edad, el sexo y la fecha probable en que se pidan traslado...
El acto terminó de golpe, casi como le pasa a un amigo cuya mujer pregunta: "¿ya está?, ¿eso solo? cinco minutos después de apagar la luz...
Con rostros de felicidad, algunas, de cansancio los más, volvimos a nuestros colectivos dispuestos a regresar a los pagos de la Pampa gringa y sojera.
Por mi parte lleno de esperanzas, ahora estoy en el puesto 613 y en unos pocos años volveré a esta ciudad para, orgulloso de servir a la Patria, aceptar un flamante cargo de director, en función vicedirectiva, en la escuela Jorge Obeid de la pujante localidad de Villa Binner.
Entretanto, creo, que voy a seguir (cuestión de probabilidades) jugando al Quini 6.

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