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martes, abril 25, 2006

Una tierra demasiado "santa"


Estoy releyendo el libro de Roger Garaudy Palestina, tierra de los mensajes divinos un apasionado alegato antisionista.
En estos días parece adecuado volver a la historia de esta porción de Asia, allí en la frontera con el Mediterráneo, para preguntarnos sobre el sionismo y su traición a los ideales del judaísmo (si es que un goy como yo puede hablar de ello), sobre la presencia de este Estado como una avanzada imperialista (persisto en utilizar terminología pasada de moda) y sobre todo acerca de como la presencia de Israel no sólo es un factor de desestabilización en el Próximo Oriente sino la condición para que el Islam (el más retrógrado de los diversos tipos de Islam) se imponga en la región... y aún más allá.
Y es que uno admira el mensaje de la Biblia, cuando era joven y cristiano la estudié con asiduidad, tenía 15 años al comenzar, sin fundamentalismos, más bien, con una visión histórico crítica, pero siempre reconociendo la tremenda actulidad de su mensaje...
caminé con los Patriarcas por el Neguev y la Sefelá,
seguí a Moisés hasta los faldeos del Sinaí,
me sumé a la multitud mezclada que subía de Egipto en busca de una tierra,
me rebelé junto a los rubenitas y gaditas contra las ciudades estado cananeas (porque la famosa Conquista de la Tierra Prometida fue, quizás, la primera revolución de la historia)
y escuché, a menudo sin comprenderlos del todo, los acentos apasionados de Isaías, las angustias de Jeremías (una personalidad fascinante) y las visiones barrocas de Ezequiel.
Amé leyendo el Cantar de los Cantares y volví con Ruth desde Moab a los campos de Bethlehem... y luego continué
seguí, con ansias de creyente que buscaba repuestas para sus opciones rebeldes, la historia con ese gran, y contradictorio judío, llamado Jesús, sus doce amigos, sus promesas de un Reino sin clases...
Estuve con los zelotes en Galilea y en Masada lancé con ellos el desafío al Imperio: Reina Roma, si quieres, sobre las piedras...no tendrás nunca nuestra alma...
Conocí las especulaciones del los amoraím en Tiberíades y Babilonia, cuando el Segundo Templo fue destruido por la soberbia de Roma... y la traición de algunos. Caraítas, khazares convertidos, florecimiento de un nuevo Israel en la España musulmana, la entrañable Al Andalús, Maimónides, los jasidim y sus cuentos más profundos que los largos tratados de otros, Spinoza, Mendelsohn y, por que no, Marx pasan por mi recuerdo en rápida sucesión...
Y entonces aparece Herr Herlz, y su romántica idea de crear un Estado, y da comienzo ese proceso que hizo retroceder al judaísmo más de dos mil años... a los días de los Macabeos.
¿Por qué?, ¿para qué?
Es la pregunta que Garaudy quiere responder.
Sin duda hay momentos heroicos y gloriosos en la construcción de este Estado, los kibbutz son quizás el mejor ejemplo
(pero ¿por qué jamás los pensaron para los árabes?, se lo pregunté una vez a alguien que había vivido en uno de ellos... por primera vez esa persona se quedó sin palabras)
pero hay muchos más de lucha cotidiana pr construir una utopia....
y sin embargo hay también mucho, demasiado, de mezquindad y de muerte, la colaboración de la Unión Sionista Alemana con los Nazis (la compañía Haavara creada para llevar inmigración "calificada" a Palestina y permitir a los nazis romper el bloqueo británico), los atentados terroristas de la Haganá y la Irgún, la discriminatoria Ley del Retorno... que hace de Israel un estado racista y teocrático.
¿Sólo excesos de una buena idea?
¿Simplemente excrecencias del viejo y buen sionismo de Herlz?
No lo creo, como tampoco lo cree Garaudy, el supuesto (o real) socialismo, el mito del Estado judío, la mentira de la raza, el manido recurso a la "promesa divina" son partes constituyentes de un proyecto político imperialista, eurocéntrico y colonialista. Frente al antisemitismo había dos respuestas posibles:1) integrarsre, sin perder la identidad, en las naciones laicas de las que formaban parte, propiciar las luchas por la democracia y la liberación, aportar el mensaje de los profetas en los países donde moraban, incluso Palestina, como elementos étnicos constituyentes (un judío de Alemania, Polonia o Rusia tiene más de germano o eslavo que de "semita") o bien
2) segregarse aún más, responder al odio concediéndole, como de paso, lo que el odio quiere; decir al antisemita: sí somos diferentes, no somos alemanes, polacos, rusos o argentinos, somos otra cosa, somos judíos y crearemos nuestro propio Estado. Tomaremos un trozo de tierra (Nordau pensó en Uganda, Hirsch en Argentina, Herlz en donde fuera, incluyendo Palestina) y nos apoderaremos de él para escapar de ustedes... más aún, seremos funcionales a sus intereses y les serviremos como policía contra los no occidentales, aún con los mismos árabes, también semitas, con los cuales nos unen la lengua y la fe abrahámica.
Esa, lamentablemente, fue la respuesta que triunfó.
y esa la causa del conflicto que ya lleva medio siglo en Palestina, en la Tierra que tantos llaman Santa, en ese hermoso país creado para la vida, no para guerra.
El libro de Garaudy, ya viejo, pues data de los 80 del pasado siglo, tiene no obstante (pese a la mala traducción) un valor incontestable; en más de 400 páginas pasa revista a la historia de esta Tierra Santa y desmonta el mito sionista (que muchos cristianos, sobre todo evangélicos, aceptan). Lo hace sin caer en posiciones absurdas o antisemitas, desde su convicción socialista, con abundante documentación y una mejor interpretación de los textos.
Una buena introducción, desde una perspectiva democrática, del estado de la cuestión "palestina" en 1986... que en muchos de sus puntos continúa teniendo validez.
Esta historia, ciertamente, podría haber sido escrita de otro modo, con una emigración judía que no pretendiese tomar la soberanía de Palestina, sino compartirla con los árabes; al respecto recuerdo una propuesta del rey Faisal del Hedajz en marzo de 1919 al líder sionista Frank Frankfurter en la cual decía textualmente : tenemos el sentimiento de que árabes y judíos son de la misma raza, que sufren la opresión... juntos trabajamos por la renovación y el renacimiento del Próximno Oriente... Hay sitio en Siria para unos y otros (citado por Jaim Weizmann y por Garaudy) una historia que habría podido culminar con la creación de un estado laico judeoárabe, sin referencias a Tierras Prometidas o a Jerusalén como la Capital Eterna de Israel. Sin embargo esta historia real fue marcada con sangre y fuego, con un terrorismo y un integrismo judíos que dieron origen a un terrorismo e integrismo musulmán más que árabe, con el abandono de las posiciones democráticas, con el triunfo de un Estado de Israel que, en relación a los palestinos, pero también a los árabe israelíes (verdaderos ciudadanos de segunda) no dudo de calificar de fascista y con el servicio de este Estado al más crudo imperialismo... sólo comparable a las cruzadas.
Soy optimista, pese a todo, creo que algún día, todavía lejano, llegará la paz... cuando se dejen de lado mitos, nacionalismos estrechos e integrismos religiosos...
Es que Israel, en cuanto estado basado en una dudosa pretensión histórica y una falsa promesa religiosa no puede permanecer, pero el otro Israel, junto a un estado Palestino, en el cual Hamás no tenga lugar para su absurda forma de luchar y sus principios reaccionarios, funcionales a la política de EE UU, dos estados laicos, democráticos e iguales serán quienes harán de esta tierra, un verdadero santuario de la tolerancia, la paz y la convivencia, y sólo entonces será, de verdad Tierra Santa

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